Historia del té

El té es una de las bebidas más antiguas del mundo, con millones de adeptos en todos los países, y que se expandió desde China de forma lenta pero constante. Pero, ¿sabes cuál es el origen de esta bebida milenaria? No existe una respuesta definitiva a esta pregunta, pero sí podemos conocer la época en la que se empezaron a cultivar y consumir los diferentes tipos de té.

CHINA

La leyenda cuenta que el emperador Shen-Nung, el Divino Cultivador, descubrió de forma accidental esta popular bebida. Un día, se sentó bajo la sombra de un árbol para descansar y hervir agua, cuando unas hojas de ese árbol cayeron de manera casual en el agua. Shen-Nung probó el fortuito té y se sintió reconfortado. Por eso, mandó plantar semillas de ese árbol y con esta accidental manera nació el té, el año 2.734 a.C.

JAPÓN

Los japoneses cuentan que el Príncipe Bodhi-Dharma, tras tres años de peregrinaje, tuvo un sueño en el que se le aparecían todas las mujeres con las que había estado. Avergonzado, hizo la promesa de no volver a dormir nunca más para evitar de esa manera pasar otra vez por un sueño semejante. En su afán por no dormir, encontró un arbusto en el camino y mascó unas hojas. Gracias a ellas pudo mantener los ojos abiertos y evitar así caer otra vez en el sueño y la vergüenza.

INDIA

Según cuentan los indios, Dharma partió un día de peregrinaje hacia el norte del país para predicar y enseñar el budismo a todo el mundo. Tras cinco años de viajes y enseñanzas, se encontraba cansado y enfermo y fue entonces cuando recogió las hojas de un árbol y preparó una infusión con ellas. Este remedio le sanó y le reconfortó y pudo continuar su viaje.

Todas estas leyendas hablan de la casualidad como factor indispensable en la historia del origen de la infusión, pero si es verdad que hay evidencias que parecen demostrar que, en China, hacia el siglo XXVII antes de Cristo, se consumía té. Fue en la época de las seis dinastías (598-222 a.C.) cuando el té empezó a conquistar el sur del país, y lo hizo como planta medicinal. El comercio y las grandes caravanas fueron las que transportaban y comerciaban con las hojas medicinales y de esta forma alcanzó cotas como el Himalaya o Japón (hacía el año 800 a.C. e incluso puede que antes).

Para la llegada a Europa del té tuvieron que pasar muchos años. Gracias a la ruta marítima entre Oriente y Occidente, establecida por portugueses y holandeses, convirtió el té en todo un éxito social en el siglo XVII. Desde entonces, el negocio no ha cesado y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales se quedó con el monopolio del mercado. Además, China y Japón eran los únicos países que exportaban té, y la Compañía de las Indias no permitió que nadie más cultivase la preciada planta.

El té en Estados Unidos llegó de la mano del gobernador Peter Stuyvesant en 1650, cuando mandó un cargamento de té a los colonos de Nueva Ámsterdam, actual Nueva York. El problema de las infusiones en EE. UU era su alto precio, debido a la gran cantidad de impuestos. Por ello, en 1773 se dio el conocido motín del té de Boston que a la larga desembocó en el inicio de la Guerra de Independencia.

En el siglo XIX, los ingleses ya cultivaban el té en India, lo que abarató costes y abrió el mercado haciendo aún más popular esta bebida. A África el té llego gracias a los árabes, que tenían sus propias rutas de comercio. Tuvo mucha repercusión en el norte, donde se ha convertido en bebida nacional en países como Marruecos. En España, el té llegó en el siglo XVIII como una moda importada de Francia e Inglaterra, pero su arraigo fue mucho menor debido al consumo de café y de chocolate.